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Domingo de Andrade y su huella arquitectónica

Domingo Antonio de Andrade, conocido como Domingo de Andrade (Cee, 1639 – Santiago de Compostela, 12 de noviembre de 1712) fue un arquitecto español de la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII que fue el gran impulsor de la transición al barroco. en Galicia, España.

Su obra, a pesar de alejarse mucho del clasicismo dominante en Galicia durante la primera mitad del siglo, este estilo fue ampliamente superado por Domingo de Andrade, preparando así el terreno para la siguiente generación, cuyos representantes más destacados serían Casas Novoa y Simón Rodríguez, ambos de quienes desarrollaron sus ideas innovadoras.

Estudió artes en la Facultad de Letras de la Universidad de Santiago de Compostela entre 1654 y 1656 con la intención de convertirse en clérigo.

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Completó sus estudios en Salamanca o quizás en Alcalá de Henares, donde obtuvo la licenciatura. Recorrió gran parte de la Península Ibérica gracias a la protección de su patrón, el Conde de Alba Real.

En 1669 fue nombrado Aparejador (encargado de las obras) Mayor de la Catedral de Santiago de Compostela y en 1676 fue nombrado Maestro de Obras.

Se casó con Isabel Arenas de Canosa, pero tras enviudar en 1700 se hizo sacerdote y pidió plaza en el cabildo de la catedral de Compostela. Murió en Santiago y fue enterrado en la catedral.

La obra de Domingo de Andrade fue amplia y polifacética a lo largo de los 40 años en los que estuvo activo, ya que también involucró trabajos de talla y montaje de retablos además de la propia arquitectura, ya sea de carácter civil o militar.

Aún quedan varios dibujos y grabaciones de su autoría. En 1695 publicó en Santiago el tratado “Excelencias de la Arquitectura”, fruto de sus estudios, viajes y curiosidad intelectual.

Es una obra de naturaleza más académica que práctica, producto del académico más que del artista.

Con él, Domingo de Andrade  pretende, en primer lugar, justificar su profesión, considerar la nobleza, la antigüedad y el carácter científico de la arquitectura. También se propuso escribir otro tratado sobre arquitectura militar, algo que nunca logró.

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Obras más destacadas de Domingo de Andrade

Torre del Reloj de la Catedral de Santiago de Compostela

Entre las obras arquitectónicas de Domingo de Andrade destacan las realizadas para la Catedral de Santiago de Compostela, de la que fue primero encargado de las obras y luego maestro, debido a la salida de Vega y Verdugo en 1676.

En ese momento inició lo que sería su obra maestra; la Torre del reloj.

Sobre la base de la torre medieval existente, la Berenguela, erigió los tres cuerpos superiores en los que la estereotomía y las proporciones son prueba del dominio técnico y estético de su creador.

Domingo de Andrade supo aprovechar el tipo de torre con cuerpos prismáticos superpuestos de origen italiano, a los que añadió elementos decorativos tradicionales y otros de su propia creación.

La transición entre la base de la torre y el primer cuerpo añadido se realiza mediante plantillas angulares. Sin embargo, la gradación es más sutil en el segundo cuerpo, ya octogonal y flanqueado igualmente por templos con una estructura más aérea que los de abajo.

Finalmente, la reducción descendente y verdaderamente magistral de los perfiles se completa en el remate, constituido por una cúpula ligeramente perfilada como una cebolla coronada por un pequeño farol circular.

Para Domingo de Andrade, la decoración es muy variada y rica: fajas, ristras de frutas a gran escala, trofeos militares, volutas de perfil liso que flanquean el reloj a modo de marquetería, etc.

La torre diseñada por Domingo de Andrade influyó fuertemente en la arquitectura de varios campanarios de Galicia y también de otros lugares, como las catedrales de Murcia y Santo Domingo de la Calzada.

Como contrapunto, casi en la base de la Torre del Reloj, en 1700 el arquitecto terminado del Pórtico Real da Quintana, iniciado por Peña de Toro, donde erigió un orden de pilastras y columnas gigantes, cubriendo dos pisos con ventanas, una balaustrada. con grandes agujas y un edículo para servir el

Plaza de la Quintana

Esta plaza se conoce como Quintana de los Muertos, que significa Plaza de los Muertos. El nombre inusual provino de las muchas tumbas que habían estado aquí desde la época pagana.

Ha salido a la plaza por la Puerta Real. Esta puerta recibe su nombre del escudo de armas que la cubre que es inmenso. Sus principales características son las cuatro columnas dóricas y los enormes clavos de bronce en las puertas.

La fachada que da a esta plaza fue construida en el siglo XVII para ocultar los caóticos añadidos realizados en el ábside románico. Cuenta con la Puerta Santa, que identificará por sus muchas tallas.

En el nivel superior nos topamos con  la “Casa de la Parra”, que es una muestra perfecta de arquitectura barroca del siglo XVII, obra de Domingo de Andrade, aclamado arquitecto español

Aquí nuevamente se puede ver la escena con el Apóstol Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro, quienes van acompañados de 24 tallas románicas del coro de piedra del Maestro Mateo. Las que estaban en mejor estado fueron restauradas en el siglo XIX.

Esta puerta solo se abre en los Años Santos Compostelanos, que es cuando el 25 de julio cae en domingo. Hasta entonces, la puerta permanece sellada.

El 31 de diciembre, el arzobispo golpea la puerta con un pequeño martillo de plata, recita algunas oraciones en latín y se derriba el muro de piedra.

Los restos son recogidos por los fieles, para protegerlos de las tormentas, y la puerta permanece abierta el resto de ese año.

La siguiente puerta, que es de estilo neoclásico, es la entrada de la Archicofradía del Apóstol, a la que puedes unirte si eres un adorador de Santiago.

Sube a lo alto de los escalones y llegarás a Quintana de los Vivos, o Plaza de los Vivos, donde obtendrás una vista inusual de las torres y cúpulas de la catedral.

Además, Domingo de Andrade fue un entallador excepcional construyendo retablos como el de la iglesia del convento de las clarisas o el baldaquino del monasterio de Oseira, son muestras de este talento poco conocido del arquitecto

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